Los bancos han dado mucho que hablar desde el comienzo de la crisis creada en gran parte por ellos. Bancos y cajas se han revelado como una de las instituciones que menos simpatía generan entre la gente. Por primera vez, además, han sido visibilizados como responsables también políticos. Pero hemos tenido que sentir el dolor en nuestras carnes para reaccionar de manera mayoritaria. Las numerosas estafas y casos de corrupción nos hacen desconfiar tanto de un Banco como de un político. Empezando por las participaciones preferentes, hasta llegar a las abusivas cláusulas de los créditos hipotecarios, pasando por los multimillonarios sueldos de sus jefes, por el falseamiento contable para mostrar que había beneficios donde sólo se podían ver negros agujeros. Sin olvidarnos de cómo los Bancos nos han llevado de la mano, a través de agresivas promociones, falsas promesas y atractiva publicidad al camino del consumismo más exacerbado. Bien es cierto que no podemos olvidar la responsabilidad individual de cada uno que se ha dejado engañar.
Pero, en todo caso, los Bancos a través de su personal, en muchas ocasiones manipulado y presionado, han mentido a sus clientes. Pero éste es el mal de aquí, de lo que nos hemos quejado sólo cuando la hemos sufrido, cuando hemos oído el daño que hace el abuso de los poderosos bancos.
Pero daño, los Bancos han hecho mucho, ahora y siempre. Son varias las campañas que denuncian la irresponsabilidad social de las entidades financieras en casi todas las operaciones que hacen en todo el mundo. Sabemos que, para que nos den un interés por los ahorros, los Bancos hacen inversiones que los hagan ganar dinero suficiente para pagar al ahorrador, regalar una vajilla o ofrecer un servicio personalizado en la esquina de casa, que además sirven para pagar los desorbitados sueldos de sus directivos . Estas inversiones son demasiadas veces poco respetuosas con el medio ambiente, vulneran los derechos más fundamentales e incluso colaboran en que haya violencia armada.
El Centro Delàs de Estudios por la Paz de Justícia i Pau trabaja en coordinación con Setem y el ODG, desde bastante antes de la eclosión de la crisis, denunciando las inversiones en armas de los Bancos y Cajas que operan en Cataluña, el Estado y en todo el mundo. Como consecuencia de todo este trabajo de investigación, presión y sensibilización, se acaba de publicar el libro “Banca Armada vs Banca Ética”, donde se explican las diversas maneras en que más de sesenta entidades financieras, entre las que se encuentran las más importantes de nuestro entorno, ayudan, con al menos 45.000 millones de euros en los últimos años, a que haya cada vez más armas en el mundo. A esta publicación analizamos también qué hay de cierto en la ahora llamada Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de los Bancos, que tradicionalmente hemos limitado a la obra social pero que debería suponer un comportamiento global ético de la empresa, no sólo hacia sus clientes o proveedores, sino también de cara al resto de la sociedad, gracias a la cual generan beneficios. Ayudar a producir y vender armas es una práctica habitual de los Bancos y hasta que no cesen completamente de hacerlo, no podrán ser considerados responsables, aunque intenten manipularnos con campañas sociales, becas y apoyo a actividades deportivas.
Bertolt Brecht decía que hay algo peor que robar un Banco: fundarlo. No le faltaba razón, los Bancos tradicionales tienen en su ADN la estafa, el engaño y la codicia. Afortunadamente, la gente se ha organizado desde hace ya muchos años, para poder salir de la trampa de los Bancos de siempre que si no te engañan, arruinan, y si no te arruinan te hacen corresponsable de la venta de armas y de la vulneración de derechos humanos que promueven con sus inversiones. Y ha creado la banca ética, con la que se abre el camino al cambio también en el sector financiero. Tenemos exponentes 100% éticos y de total confianza como FIARE o COOP57, porque están gestionados por nosotros y podemos decidir formar parte de su toma de decisiones y, lo más importante, porque nos aseguran que ninguna inversión servirá para hacer daño a nadie, sino más bien al contrario, para desarrollar proyectos educativos, sociales, ecológicos y siempre dentro de la economía social. Salgamos de la espiral de violencia de la banca armada. Es hora de dar el paso hacia la banca ética.
Jordi Calvo (Centro Delàs de Estudios por la Paz) publicado en Publico.es