Manifiesto de denuncia de la colaboración entre el Banco Santander y el sistema público universitario

Hoy alzamos nuestra voz para denunciar la complicidad inadmisible entre el Banco Santander y las universidades públicas del Estado español. Esta colaboración, lejos de ser una asociación neutra, perpetúa una alianza con una entidad financiera directamente implicada en la financiación de empresas de armamento. Estos vínculos se han traducido en el uso de armamento contra la población civil palestina, causando miles de muertes y destrucción en Gaza, en un acto que no puede ser calificado de ni ninguna otra manera que de genocidio.

Complicidad financiera con la guerra: el papel del Banco Santander

El Banco Santander es uno de los mayores representantes de la Banca Armada española y mundial, el conjunto de bancos que financian la industria armamentística a nivel global. Según datos obtenidos de los diversos informes del Centro Delàs y de la Campaña Banca Armada, el Banco Santander ha contribuído con 2.442 millones de dólares a la financiación de empresas de armamento que suministran armas a Israel, obteniendo 11.076 millones de euros en beneficios en el año 2023. Entre estas empresas se encuentran Boeing, Rolls-Royce y General Dynamics, que proporcionan armamento utilizado en los bombardeos sistemáticos contra Gaza.

Esta financiación no es sólo una inversión económica: es una participación directa en el genocidio. Las armas financiadas por estos bancos se utilizan para bombardear ciudades, destruir hospitales, y causar la muerte de miles de civiles inocentes, muchos de los cuales son niños. En este contexto, el Banco Santander no sólo es un cómplice pasivo, sino un facilitador activo, corresponsable de una situación humanitaria que ha sido condenada por organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y Amnistía Internacional, entre otras organizaciones de derechos humanos.

Genocidio en Gaza: las consecuencias de la Banca Armada

La ofensiva israelí sobre Gaza es uno de los ejemplos más sangrientos de violencia estatal sostenida contra una población civil. Desde el inicio de los ataques israelíes sobre la Franja de Gaza, se ha documentado la muerte de más de 40.000 personas, incluyendo 16.456 niños, y la destrucción de más del 70% de las infraestructuras esenciales de Gaza, como escuelas, hospitales y suministros básicos.

La destrucción de las universidades palestinas por parte del ejército israelí es un ataque directo contra el derecho a la educación y un intento sistemático de silenciar el futuro de un pueblo entero. Todas las universidades de Gaza han sido bombardeadas o gravemente dañadas, dejando a miles de estudiantes sin acceso a la educación superior y truncando las esperanzas de una generación que lucha por una vida digna. Estas instituciones, que deberían de ser un espacio de crecimiento y desarrollo, han sido convertidas en ruinas. Como comunidad universitaria del Estado español, no podemos quedarnos indiferentes ante esta barbarie. Las universidades públicas no sólo forman a profesionales, sino que son un pilar fundamental para educar en valores y la construcción de la paz. Defender a las universidades públicas palestinas es defender el derecho a la educación universal, y romper nuestros vínculos con la Banca Armada es un primer paso hacia este compromiso con la justicia y la dignidad humana.

Las armas utilizadas en esta masacre, muchas de las cuales han sido financiadas por el Banco Santander, incluyen bombas guiadas de precisión, misiles anti-blindados y vehículos armados, que han sido utilizados indiscriminadamente contra civiles. Un ejemplo flagrante es el ataque con bombas guiadas a Jabalia, donde murieron 56 personas, incluyendo 23 niños, y se destruyó completamente una zona residencial.

Estas cifras sólo ponen de relieve la magnitud de la destrucción y del sufrimiento causado. Los ataques no son solamente actos de guerra; constituyen crímenes contra la humanidad y se pueden considerar parte de un proceso de limpieza étnica sistemática, tal y como ha sido denunciado por organizaciones de derechos humanos y activistas de todo el mundo.

El silencio cómplice de las universidades públicas

Lo que hace aún más grave esta situación es la colaboración de las universidades públicas españolas con el Banco Santander. Esta colaboración, que se materializa entre otras cosas en forma de convenios, préstamos, carnés universitarios, presencia de oficinas y cajeros en espacios universitarios, hace que las universidades públicas españolas devengan cómplices de un sistema financiero que promueve la guerra y el genocidio. Las universidades deberían ser espacios de fomento y práctica de la justicia, la paz y la crítica constructiva.

Para hacerlo posible, exigimos al sistema público universitario una hoja de ruta clara para romper la opacidad de sus vínculos con el Banco Santander y un compromiso con un calendario concreto de desvinculación de la Banca Armada. Las universidades, como centros de aprendizaje e investigación, tienen la responsabilidad de mantenerse fieles a los valores éticos y humanitarios. Pero su asociación con el Banco Santander legitima su complicidad con la Banca Armada, erosionando su credibilidad como instituciones que defienden la paz y los derechos humanos. ¿Qué ejemplo ofrecen estas universidades cuando se vinculan con una entidad que financia armas utilizadas en genocidios como el de Gaza?

Llamada a la ruptura con la Banca Armada

Frente a esta situación, exigimos la ruptura inmediata de cualquier colaboración entre las universidades públicas del Estado español y el Banco Santander. Es inaceptable que las universidades continúen aceptando el apoyo de un banco que financia la destrucción y el sufrimiento. Como comunidad universitaria, debemos reivindicar una educación que promueva la paz, el respeto por los derechos humanos y la justicia global.

Un compromiso por la paz y los derechos humanos

Este manifiesto es un llamado a la conciencia de todos aquellos que formen parte de la comunidad universitaria y la sociedad en general. El vínculo entre el Banco Santander y el genocidio perpetrado por Israel es inaceptable, y su relación con las universidades públicas es un ataque directo a los valores de paz y justicia que deberían defender.

No podemos seguir aceptando la violencia sistemática contra el pueblo palestino ni la complicidad de nuestros centros educativos con esta violencia. Debemos romper estas cadenas de opresión y reclamar que nuestras universidades sean espacios de resistencia contra los genocidios y de promoción de los derechos humanos.

Es el momento de poner fin a esta relación perversa y de luchar por una educación que defienda la vida, no los asesinatos. Por un futuro más justo, por Palestina, y por todas aquellas que sufren bajo el yugo de la violencia armada, alcemos nuestra voz: no más genocidio, no más complicidad universitaria con la Banca Armada.