Intervención de la Campaña Banca Armada a la Junta de Accionistas del Banco Santander 2021

Tal como han denunciado activistas de la campaña en su intervención en la Junta de Accionistas celebrada hoy, Banco Santander ha financiado e invertido durante el periodo 2014-2019 cerca de 3.000 millones de euros a al menos 15 diferentes empresas armamentistas y de seguridad fronteriza. Entre estas, destacan seis empresas que fabrican armamento que se ha vendido en Arabia Saudí, país que lidera la coalición internacional de la guerra en el Yemen, y los Emiratos Árabes Unidos que participa de esta coalición. Tal como revela el último informe elaborado por el Centro Delàs de Estudios por la Pau que se hará público el próximo 31 de marzo, el Banco Santander financió durante el periodo 2015-2019 con 1.830 millones de dólares Navantia, Airbus, Boeing, Leonardo, Thales y Rolls-Royce, empresas que han vendido armamento que podría estar siendo utilizado contra la población civil en el Yemen, en el marco de la peor crisis humanitaria de las últimas décadas que esta semana cumple 6 años. “En el Yemen, el 80% de la población necesita ayuda humanitaria para sobrevivir, hay cerca de 4 millones de desplazados internos y más de 7 millones de personas necesitan asistencia nutricional segundos denuncia ACNUR. Y con sus inversiones, están contribuyendo a incrementar el arsenal militar de Arabia Saudí, uno de los contendientes en este conflicto armado”, ha denunciado Eduardo Aragón, miembro del Centro Delàs de Estudios por la Pau y activista de la campaña.

La naviera española Navantia, a la que lo Santander finanza desde el año 2015 con 38 millones de euros, es la constructora de las cinco fragatas Avante-2200 encargadas por el gobierno de Arabia Saudí en 2018, una exportación que múltiples organizaciones de paz y defensa de los derechos humanos han pedido parar por su probable incumplimiento de la ley española sobre comercio de armas y la Posición Común Europea.

Destaca la gigante armamentista francesa Thales, que es la que ha recibido más apoyo en este periodo por parte del Santander -más de 650 millones de dólares-, y que ha tenido como cliente final Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.

Por otro lado, también se han querido destacar las millonarias inversiones del Santander en empresas armamentistas que producen las recientemente prohibidas armas nucleares o componentes para su fabricación. “Ustedes saben de sobra que el armamento nuclear es lo más peligroso y letal para todas las formas de vida, presentes y futuras, nunca diseñado. Y también sabrán que el pasado 22 de enero entró en vigor el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, ratificado por 54 países y firmado por 86”, ha apuntado en este sentido Gemma Amorós, de SETEM Cataluña y activista de la Campaña Banca Armada. Y es que el banco español ha destinado durante el periodo 2017-2019 un total de 1.953 millones de euros en empresas que contribuyen a la producción de armas nucleares: Thales, Safran, Boeing, Airbus, Flúor, Honeywell International y Serco.

CAMPAÑA BANCA ARMADA- Primera intervención Junta de Accionistas del Banco Santander – 26/03/2021

Sr. Notario, deseo que mi intervención conste literalmente en acta.

Buenos días señores y señoras accionistas, miembros del consejo de administración, señora presidenta.

Mi nombre es Eduardo Aragón y estoy interviniendo en este foro en nombre de la Campaña Banca Armada, promovida por el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, SETEM, Justícia i Pau, l’Observatori del Deute en la Globalització, FETS, Alternativa Antimilitarista-Moviment d’Objecció de Consciència, Col·lectiu RETS, la Fundació Novessendes y la Fundación Finanzas Éticas.

Junto con mi compañera Gemma Amorós, estamos representando a 20 accionistas que nos han delegado un total de 85.205 acciones para levantar la voz hoy en esta junta. Por décimo año consecutivo, venimos a denunciar la relación que tiene su banco con el negocio de la guerra y exigirles que dejen de financiar empresas de armamento.

Sra. Botín, el año pasado, nos decía que su banco cuenta con políticas claras en materia de defensa como respuesta a la denuncia que le hicimos. Pero Sra. Botín, no nos tome el pelo que esto ya lo sabemos, no es ninguna novedad ni para usted ni para nosotras. Así que volveremos a insistir en los datos, a ver si este año obtenemos una respuesta menos corporativa y más acorde con las evidencias que les estamos compartiendo.

Sra. Botín, su banco ha invertido y concedido apoyo financiero a una serie de empresas vinculadas con el negocio de la guerra, el diseño y mantenimiento de armamento nuclear y la militarización y la securitización de nuestras fronteras y sociedades. El banco que preside, además, tiene el nefasto honor de ser el que más diversificada tiene su apuesta por el sector de la economía de guerra.

Hemos podido confirmar que durante el período 2014-2019, el Banco Santander apostó por relacionarse con al menos 15 empresas relacionadas con este sector. La suma total de todos los créditos e inversiones de los que tenemos conocimiento -que sabemos que es una cifra muy por debajo de la real-, ascendió a una suma total de casi 3.000 millones de euros. Insistimos, casi 3.000 millones de euros, destinados a financiar la industria de la guerra. Como mínimo.

¿Y qué empresas son estas? ¿A qué se dedican? Pues bien, en su cartera particular, hay una gran variedad. Para empezar, empresas Marca España, como MAXAM holding y Navantia.

A MAXAM holding, que es una empresa española aunque su capital está mayormente en manos extranjeras, le otorgaron 283 millones de euros en créditos sólo en este período 2014-2019. Esta empresa posee una de las mayores firmas de explosivos y munición a nivel mundial, EXPAL.

La naviera española Navantia es otra de las seleccionadas desde el año 2015, cuando participaron en un crédito revolving sindicado junto con otras entidades de más de 347 millones de dólares. Santander aportó 38 millones de euros de facilidades de crédito. Queremos recordar que Navantia es la constructora de las cinco fragatas Avante-2200 encargadas por el gobierno de Arabia Saudí en 2018 y que se entregarán en 2022.

Y queremos destacar especialmente este caso, porque Arabía Saudí es un país no muy amigo de los derechos humanos y que actualmente y desde 2015 está implicado en uno de los conflictos bélicos más sangrientos e infames contra la población civil. Hablamos del conflicto yemení que, aunque ha sido especialmente silenciado por los medios de comunicación y la comunidad internacional, ha propiciado la crisis humanitaria más relevante de las últimas décadas. En Yemen, el 80% de la población necesita ayuda humanitaria para sobrevivir, hay cerca de 4 millones de desplazados internos y más de 7 millones de personas necesitan asistencia nutricional según denuncia ACNUR. Y con sus inversiones, están contribuyendo a incrementar el arsenal militar de Arabia Saudí, uno de los contendientes en este conflicto armado.

Pero el Santander es un banco global, y también ha hecho negocio con la prestación de servicios financieros y su participación accionarial en otras cinco empresas, aparte de Navantia, que pueden haber vendido armas con destino a la guerra en Yemen. Airbus, Boeing, Leonardo, Thales y Rolls-Royce. En total, durante el período 2015-2019, el Banco Santander financió con 1.830 millones de dólares a estas 6 empresas. Insistimos, 1.830 millones de dólares destinados a empresas que han exportado armamento a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, contendientes militares del conflicto armado en Yemen.

La francesa Thales es la que ha recibido más apoyo en este período por parte del Santander, más de 650 millones de dólares. Thales, además de participar en la fabricación de armamento nuclear, también ha tenido como cliente final a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, haciendo en la última década diversas exportaciones de radares y sensores. Los pedidos más recientes que fabricó esta empresa francesa fueron radares COBRA de localización de armamento de alto calibre. Arabia Saudí pidió los suyos en 2014 y desde 2019 ya cuenta con ellos. Por su parte, Emiratos Árabes Unidos, realizó su pedido en 2019.

Santander también participó en dos líneas de crédito revolving sindicado de más de 1.500 millones de dólares en 2015 y de 3.500 millones de dólares en 2018 otorgadas a Rolls-Royce, dónde asumió un 5% del importe en cada una de ellas, 96 y 175 millones de dólares respectivamente.

Sra. Botín y miembros del consejo de administración, ¿Creen ustedes que es moralmente ético seguir ayudando a estas empresas a financiarse, mediante la concesión de créditos revolving o participando como bookrunners en sus emisiones de bonos a empresas que firman este tipo de contratos?

Tienen en sus manos revertir estas decisiones en un futuro y dejar de financiar a estas empresas. Sin la financiación de bancos como el Santander a las empresas de armamento les costaría mucho más llevar a cabo sus actividades. Actividades manchadas de sangre, roja, como su color corporativo.

Desde la campaña Banca Armada, en nombre de todas las personas accionistas críticas con sus políticas de financiación de la industria de la guerra, queremos exigir al Banco Santander que deje de invertir y financiar a este tipo de empresas de una vez por todas. Esperamos que nuestra denuncia poco a poco les vaya calando y removiendo sus conciencias, y que dejen de pensar únicamente en sus resultados anuales y sus dividendos.

CAMPAÑA BANCA ARMADA- Segunda intervención Junta de Accionistas del Banco Santander – 26/03/2021

Sr. Notario, deseo que mi intervención conste literalmente en acta.

Buenos días señores y señoras accionistas, miembros del consejo de administración, señora presidenta.

Mi nombre es Gemma Amorós y estoy interviniendo en este foro en nombre de la Campaña Banca Armada, promovida por el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, SETEM, Justícia i Pau, l’Observatori del Deute en la Globalització, FETS, Alternativa Antimilitarista-Moviment d’Objecció de Consciència, Col·lectiu RETS, la Fundació Novessendes y la Fundación Finanzas Éticas.

Junto con mi compañero Eduardo Aragón, estamos representando a 20 accionistas que nos han delegado un total de 85.205 acciones para levantar la voz hoy en esta junta. Por décimo año consecutivo, venimos a denunciar la relación que tiene su banco con el negocio de la guerra y exigirles que dejen de financiar empresas de armamento.

Señora Botín, el año pasado, como respuesta a nuestra intervención nos decía, literalmente, que “el equipo ejecutivo y el consejo del Banco Santander tienen en consideración los aspectos sociales y ambientales en sus proyectos de inversión”. Nos gustaría incidir por el momento en los aspectos ambientales, mostrándoles nuestra preocupación y curiosidad por cómo se puede tener en consideración el medio ambiente cuando se sigue invirtiendo en empresas que fabrican armamento nuclear.

Ustedes saben de sobra que el armamento nuclear es el más peligroso y letal para todas las formas de vida, presentes y futuras, jamás diseñado. Y también sabrán que el pasado 22 de enero entró en vigor el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, ratificado por 54 países y firmado por 86. Seguramente ya habrán pensado de qué forma les afecta la entrada en vigor de este tratado y cómo adaptarse a la nueva situación. Al menos esto sería lo esperable dado su interés manifiesto en cumplir las normas y en establecer límites moralmente aceptables en sus inversiones.

No obstante, llevamos años denunciando en este foro que el Banco Santander sigue obteniendo beneficios a costa de financiar empresas que fabrican armamento nuclear.

Pero ¿de qué hablamos cuando hacemos referencia al armamento nuclear? Por ejemplo: ¿si una bomba de potencia mediana, de unas 150 kilotoneladas, impactara a los pies del Empire State Building a mediodía, ¿qué sucedería? Pues que en el lapsus de un segundo destruiría los principales edificios de Manhattan. Como consecuencia del choque térmico inicial morirían aproximadamente 75.000 personas. En un segundo, insistimos. Durante los siguientes 15 segundos, la ola expansiva y térmica se podría extender más allá de 7km y, como resultado, habría 750.000 muertes adicionales y 900.000 heridos. Una pequeña comparación: ayer, 25 de marzo, llevábamos 74.064 muertos por COVID-19 en el Estado Español.

Según revela el informe Shorting our security: Financing the companies that make nuclear weapons, escrito y publicado por PAX, Profundo e ICAN, ustedes han decidido invertir parte del patrimonio de sus accionistas en las siguientes empresas relacionadas con el armamento nuclear: Thales, 581 millones de euros, Safran, 434 millones, Boeing, 372 millones, Airbus, 295 millones, Fluor, 129 millones, Honeywell International, también 129 millones y Serco, 12 millones.

En total, 1.953 millones de euros, señores y señoras accionistas.

Boeing, por ejemplo, está construyendo nuevas armas nucleares para Estados Unidos mediante un contrato de 297 millones de euros para lo que se denomina “Disuasión Estratégica Terrestre”, que remplazarán a los misiles balísticos intercontinentales nucleares ICBM Minuteman III. Ese gigantesco fabricante también mantiene otros contratos relacionados con esos misiles, que ascienden a un total de más de 620 millones de euros.

Otra de estas empresas, Fluor, está involucrada en varias instalaciones empresariales de armas nucleares estadounidenses. A través de una empresa conjunta, Savannah River Nuclear Solutions (SRNS), tiene un contrato de 7.100 millones de euros para construir componentes clave para el programa W88 Alt370, la ojiva nuclear desplegada en el misil Trident II.

Sra. presidenta y miembros del Consejo de Administración, ¿son conscientes que dos terceras partes de sus inversiones en armamento están destinadas a empresas relacionadas con armas nucleares? ¿No creen que es hora de hacer caso a la comunidad internacional y dejar de contribuir a que haya armas nucleares en el mundo?

Tienen una magnífica oportunidad de dejar de hacerlo ahora que ha entrado en vigor el Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares, un tratado que contribuye al pleno cumplimiento del artículo VI del Tratado de No Proliferación, del que España es un país firmante.

Desde la campaña Banca Armada, en nombre de todas las personas accionistas críticas con sus políticas de financiación de la industria del armamento nuclear, queremos exigir al Banco Santander que deje de invertir y financiar a este tipo de empresas de una vez por todas. Esperamos que nuestra denuncia poco a poco les vaya calando y removiendo sus conciencias, y que dejen de pensar únicamente en sus resultados anuales y sus dividendos.